Este es un concepto que muchas veces no lo tomamos en cuenta, a veces nos parece anticuado, pero es de hacer notar que es esto lo que muchas veces hace falta para que lo que nos proponemos hacer pueda llegar a un feliz término.

En cuanto a la palabra Autoridad el diccionario nos da ciertos conceptos: "Carácter o representación de una persona por su empleo, mérito o nacimiento; potestad, facultad. Poder que tiene una persona sobre otra que le está subordinada. Persona revestida de algún poder."

La autoridad es algo representativo de cada persona. Sólo que hay personas que abusan de tal autoridad y hay otras personas que no la utilizan.

Todas las personas, sean pobres, ricas, cultas o incultas de cualquier clase so­cial, de cualquier nivel cultural, tienen autoridad.

Toda autoridad debe ser respetada; entonces viene la pregunta: ¿Quiénes son la autoridad o quiénes ejercen la autoridad? Tal vez, el presidente, los profesores, los maestros, los padres de familia, los jefes, etc.

¿Qué nos enseña la Biblia acerca de la autoridad? Tenemos muchos versículos que nos hablan del tema, Mateo 7:29 dice: "Porque les enseñaba como quien tiene autoridad." Podemos tener evidencias de esto cuando enseñamos; implica que nuestra enseñanza va acompañada de seguridad, de respeto, de rectitud, de todas las virtudes cristianas mostradas.

La acción de la autoridad es recíproca, o sea que va de parte de la consejera y de parte de la aconsejada, es una interrelación. La consejera debe tener buen testimonio que avale garantice las enseñanzas que quiere impartir o dar a conocer. Un buen testimonio de la consejera ayuda mucho en la fijación de los conocimientos de la chica, ya que éste está en la edad de tomar los valores y fijarlos en su corazón y en su mente, lo que llamamos principios morales, éticos, espirituales, etc.

La consejera debe practicar lo que predica. Es decir que debe poner en prácti­ca en su propia vida todo lo que les está enseñando a las Niñas.

La consejera tiene que entender que toda autoridad procede de Dios. (Lea Ro­manos 13:1.) Entonces, toda autoridad terrenal debe estar sometida a la voluntad divina. La consejera debe someterse a la autoridad de Dios. Bajo la dirección del Señor tú puedes aconsejarla, pero no como teniendo señorío sobre ella, sino teniendo una administración responsable y amorosa en su ministerio. (Lea 1 Pedro 5:3.)

Recuerda que el Señor te ha dado este trabajo de ser consejera. Y tendrás que dar cuenta acerca del cumplimiento de esta tarea.