"Bienaventurados   sois   cuando por  mi   causa  os   vituperen   y os   persigan,   y   digan  toda  clase   de  mal   contra  vosotros mintiendo."  Mateo 5:11.

 

         La vida y ministerio de la Hna. Juanita V. de Ramos.

 

        El 17 de Junio de 1908 nació la niña Juanita Villanueva Salinas en la Hacienda de San Isidro de Berlanga, N. L., Municipio de Galeana, N. L.

         Sus padres fueron el Sr. Antero Villanueva Rivero y la Sra. Inocencia Salinas.

         Siendo muy pequeña, su madre falleció y Juanita quedó al lado de su padre y hermanos. Por los años 1924 – 25, por alguna razón tuvieron que cambiarse de la Hacienda San Isidro de Berlanga a un lugar de nombre San Francisco del Roble a fin de fundar una comunidad por iniciativa de su padre. Y ésta comunidad es precisamente lo que hoy es el Barrosito, N. L., Municipio de Galeana.

         Durante 16 años, Juanita vivió como cualquier otra persona, sin amor ni temor a Dios, una vida sin plenitud, sin motivación espiritual.

         Su vida era la de una joven pueblerina, dedicada a las faenas hogareñas y a participar en alguna otra actividad desarrollada en el Barrosito, N. L. sin embargo su vida cambió completamente una noche de octubre de 1931.

         Su padre invitó a los Hnos. Antonio Lagunas y Blás O. Ruiz, entonces seminaristas de “Seminario Lacy” en la Cd. de Saltillo, Coahuila, por lo que hospedándose en su hogar que también sería el lugar de los cultos de predicación.

         La segunda noche en que el Hno. Antonio Lagunas dirigió el mensaje de salvación a los habitantes de el Barrosito, la joven Juanita que contaba entonces con 23 años, sintió la gran necesidad de responder al llamado que el Señor Jesucristo le estaba haciendo si, precisamente y directamente a ella, y venciendo el temor, decidió ponerse en pie y pasar al frente para dar testimonio de su respuesta al llamado de su Señor.

         “Cuando acepté a Jesús en mí corazón, sentí que me había librado de una gran carga”. Dice la Hna. Juanita, “Me empecé a sentir llena de amor por leer la Biblia, por el Señor y por hablarles a otros del gran amor de Cristo, aunque sentía temor.

         Para cuando Juanita decidió responder al llamado de Jesús, ya había escuchado algo del Evangelio aún cuando no había obra en el Barrosito.

         Cuenta la Hna. Juanita que su padre ya había escuchado la palabra de Dios, pues cuando era niño, en la escuela que estudió, leía la Biblia los domingos. El Sr. Antero Villanueva ya no leía la Biblia en 1931 porque perdió la vista. No se había entregado a Cristo, pero era simpatizador del Evangelio, por eso los Hnos. Lagunas y Ruíz, llegaron a la casa de la familia Villanueva Salinas en busca del apoyo que necesitaban para predicar la palabra de Dios.

         La semilla que estos hermanos sembraron, brotó y se desarrolló en Juanita, quien desde el momento de su desición y animada por el Espíritu Santo, empezó a estudiar la Biblia pidiéndole a Dios que le diera sabiduría.

         “Yo le pedí a Dios que me ayudara a crecer y a fructificar, porque no había pastor.”

         Así Juanita comenzó a predicar, primero a los tres hermanos que aún vivían en la casa paterna, leyéndoles pasajes de la Biblia y orando juntos, después empezó a invitar algunos parientes para reunirse en su casa y los frutos no se dejaron esperar, Juanita llevó a los pies del Señor a tres de sus hermanos solteros y de los casados, solo uno se resistió a aceptar a Cristo como su Salvador.

         Pronto las paredes de su casa hicieron que Juanita se sintiera limitada y sintió la necesidad de salir para buscar nuevas almas a quién predicar.

         Comenzó a organizar cultos iluminada por Dios y ella los dirigía.

         Mientras Juanita trabajaba en la mies del Salvador esporádicamente recibían en el Barrosito la visita de los Hnos. Lagunas y Ruíz, quienes radicaban en el Seminario de Saltillo.

         “Ellos estaban en Saltillo y por eso no podían visitarnos muy seguido, después ya no lo pudieron hacer, pero ya no dejé que se apagara la luz. Nos seguimos reuniendo los domingos, y una muchacha les enseñaba textos Bíblicos a los niños y yo me encargaba de los adultos”, recuerda Juanita.

         La obra iniciada por Juanita, siguió creciendo y pronto los hermanos vieron la necesidad de construir un templo y pudieron adquirir una pequeña casa de pared de peña y techada con “suadero” (un material de palma que se usa en la región).

         La casa fue consagrada a la alabanza y servicio del Señor y la equiparon con bancas y púlpito.

         Juanita propuso reunir ofrendas para invitar a un pastor para que les predicara ocasionalmente.

         “Logramos reunir $20.00 y pensamos en invitar al Hno. Juan Gaspar, pastor de la PIB de Saltillo. Nos visitó una vez y eso fue en 1931. Tuvimos la idea de invitar a hermanos de Monterrey, N. L. para que nos visitaran y celebraran bautismos. Invitamos primero al Hno. Daniel Sierra Barocio y así en 1933, se empezaron a tener bautismos en el Barrosito, N. L.. Los hermanos que querían cumplir con el mandato del Señor, se bautizaban en un estanque que había en el solar de una hermana.”

         Juanita bajó a las aguas bautismales el 15 de marzo de 1936, administrada esta ordenanza por el Hno. Juan Gaspar.

         Ella siguió trabajando en el entendimiento del Evangelio, dirigida siempre por el Espíritu Santo y su firme determinación de servir a Cristo.

         El 4 de septiembre de 1943, unió su vida en matrimonio a la de Julio Ramos Díaz, cristiano, miembro de la misma congregación. La boda se celebró en el rancho “El Pañuelo” y la bendición la impartió el Hno. Domingo Cartillo.

         De este matrimonio nacieron dos hijos, el primero varón (murió después de nacer) y una niña que lleva el nombre de Eva Ramos, ahora de Chávez.

         Julio y Juanita unidos en el amor de su Señor, trabajaron juntos predicando el Evangelio.

         La Hna. Juanita dice: “Tan pronto nos casamos, salimos a los ranchos vecinos y dejamos en el Barrosito a mi hermana Petra como encargada de la obra.”

         El primer ejido que visitó el matrimonio Ramos Villanueva, fue San Juan, N. L., “allí estaban los familiares de mi esposo y les predicamos y por la misericordia de Dios, hubo varias profesiones de fe.”

         Los ejidos se sucedieron uno tras otro y con ellos las penalidades de viajar, algunas veces cabalgando y otras a pie, de tener que soportar las inclemencias del clima y dormir con familiares o amigos, teniendo el suelo como cama y pedazos de leña como almohada.”

 

         Sin embargo, sobre las incomodidades se imponía nuestro amor al Señor y el deseo de servirle.

         Las experiencias las anécdotas y los testimonios son numerosos en la vida de la Hna. Juanita, la cual los cuales fueron llenos de trabajo y servicio en la mies del Señor.

         “Me acuerdo que en San Pablo, N. L., la gente se oponía a que predicáramos el Evangelio, pero Juan Pecena, amigo de mi padre habló con las personas y les hizo ver que no tenían derecho de impedirnos el llevar el mensaje Divino, que lo que tenían que hacer, era no asistir a las reuniones si no querían, y fue así como se llevaron las Buenas Nuevas de Salvación a este pueblo, …otro ejido…, nuevos problemas, nuevos peligros, pero también, más almas para Cristo. Nuevas penalidades y retos, pero el Señor siempre cerca de nosotros.”

         “Un día que íbamos por un monte muy cerrado nos salió un hombre a caballo y nos asustamos, después de un momento nos confió que sus intenciones eran malas, pero repentinamente se había arrepentido, esta es una muestra del cuidado que Dios tiene a sus hijos y de la atención que Él presta a sus oraciones.”

         Cuando necesitaban dinero para continuar su labor, regresaban al Barrosito por un breve tiempo, en el que su esposo trabajaba sembrando la tierra y haciendo obra de albañilería al reunir el dinero, salían de nuevo a sembrar la semilla de la Salvación.


         Así fue como visitaron la Boquilla, El Carmen, San José, San José de los González, Estanque del Cerro, Dr. Arroyo y Cidral, en los estados de Nuevo León y Coahuila.

  

GRUPO DE HERMANOS EN LA MISIÓN “SAN JOSÉ DEL PALMAR”

DR. ARROYO 1973

         Viajar de un ejido a otro no impedía que la Hna. Juanita siguiera vigilando de cerca el trabajo evangelístico en El Barrosito, ahí la obra seguía creciendo y de la casita de palma, la congregación pasó a un pequeño templo de adobe, esta Iglesia lleva el nombre de “Jerusalén”, recibió a diferentes hermanos que pastorearon el rebaño del Barrosito, desde su púlpito predicaron los hermanos Leandro Calderón, Octavio Resendez, Ramón Domínguez, Pablo Cervantes y Apolunio Rodríguez, entre otros.

 

EXPERIENCIAS VIVIDAS A LO LARGO DE SU MINISTERIO

 

         El testimonio de la Hna. Juanita es amplio y lleno de manifestaciones del poder de Dios.

         “Una vez que íbamos a San Pablo nos pescó un aguacero muy fuerte, íbamos en carrito de bueyes que hizo mi esposo con unas ruedas que le regaló la Confederación Femenil Bautista del Noreste; yo  pude cubrirme con la lona que tenía el carrito, pero mi esposo tuvo que bajarse a mover los animales y desatorar el carrito, así que se mojó un buen rato. El domingo que regresábamos a el Barrosito, mi esposo me enseñó que la boca se le movía de un lado a otro, le puse un ungüento y fuimos al templo para orar, después regresamos a casa y de pronto toda la cara se le empezó a torcer, parecía que se le llenaba de aire el cuerpo, ya no pudo hablar y por la boca le comenzó a salir sangre. Todos estábamos asustados y los hermanos que iban llegando para asistir a la Escuela Dominical, se unieron en oración para implorar la ayuda del Señor. Después de tres horas de que mi esposo estuvo  inconciente, las oraciones de la congregación obtuvieron la respuesta y el enfermo empezó a recobrar el sentido y hablar lentamente”.

         Al ver que su esposo se recuperaba, la hermana Juanita fue al templo para atender la Escuela Dominical, y al volver a casa encontró a su esposo platicando como si nada hubiera ocurrido, sólo tenía la lengua lastimada; los médicos lo auscultaron después y no encontraron nada fuera de lugar en su organismo.

         “Durante todo este tiempo yo sola me consolaba pensando que el Señor tiene poder para resolver cualquier cosa y mi esposo siguió bien” nos cuenta la Hna. Juanita.

         El viajar de un lugar a otro también afectó la salud de su pequeña hija Eva, quién contrajo una infección  en los ojos, pero también a ella la sanó Dios y la protegió de daños mayores.”

         La Hna. Juanita dice que una de las conversiones que especialmente recuerda es la de la abuelita de los Hnos. Rodríguez.

         “Era una señora muy viejecita y enfermó de gravedad, mi esposo y yo oramos por ella en San Pablo, y al terminar nuestra oración la enferma dijo: “parece que me bajaron algo que me estaba ahogando”, y fue tan maravilloso porque estaba tan enferma que ya no hablaba, ésta ancianita de nombre Jesusita, se recuperó y pudo bautizarse en el Barrosito, posteriormente durmió en el Señor repitiendo confiada hasta el último momento “Jesús es mi luz y mi salvación”, ¿de quién temeré?”.

         El Señor ha permitido que la Hna. Juanita tenga gracia ante las personas a las que les predica.

         En los ejidos en donde en un principio se oponían a su entrada como portadora del evangelio, después estaban siempre esperando y anhelando su visita.

         Hoy 27 de Septiembre de 1982, aproximadamente a los 75 años, los que la aprecian le dicen que ya no quieren verla en los caminos, pero les dice que: “Tal vez se está acabando mi cuerpo, pero mi espíritu está fuerte y mientras tenga aliento de fuerza, seguiré trabajando.”

         Aunque está enferma y en ocasiones no puede viajar de un lugar a otro, no ha descuidado el trabajo iniciado en diferentes ejidos.

         Ha buscado la forma de allegarse recursos económicos para enviar a otra persona para que atienda la obra; para ello hace también tamales para vender.

         “Y los seguiré haciendo, hasta que venga el Señor que me lleve, porque esto ha sido una bendición”, nos dice la Hna. Juanita.

         El trabajo de la hermana, también fue decisivo para la construcción del templo, los hermanos estuvieron de acuerdo y pensaron en pedir un crédito a cuenta de la cosecha de durazno, pero una helada acabó con la cosecha.

         “”Entonces se formó una sociedad con un grupo de hermanos muy interesados en la construcción del nuevo templo y todos buscamos los medios de reunir dinero.”

         Así a pesar del alto costo de los materiales y de los elevados costos de transporte para hacer llegar hasta El Barrosito, el 24 de agosto de 1981 fue consagrado el templo de material en El Barrosito, N. L. para honra y gloria de nuestro Dios.

         Es así como la vida de la obra cristiana en El Barrosito y ejidos cercanos, es la vida de una mujer decidida y verdaderamente entregada al Señor, de una mujer que debilitada por los años, deja para gloria del Señor, una obra robusta, fuerte y que crece día con día.

         Esta entrevista la realizó por encargo de la Confederación Femenil Bautista Misionera del Noreste, la periodista Srita. Lilia Irene Ríos Díaz. El 27 de septiembre de 1982.

         Antes de esta entrevista el esposo de la Hna. Juanita ya había fallecido, enfermó del corazón y el 28 de Octubre de 1977 fallece.

         La hermana Juanita partió a la presencia del Señor el día 21 de Julio de 2001 a la edad de 93 años, dejando una hija de nombre Eva Ramos que actualmente es miembro de la PIB de Monterrey, sus nietos Orfa Eva, Zulema Beatriz y Arnulfo asisten a a PIB de Monterrey.

         La obra que los hermanos Ramos Villanueva iniciaron fue prosperada por Dios al haberse cumplido el propósito por el cual el Señor Jesús los tenía en ese lugar, al llevar a los pies de Cristo a muchas personas de El Barrosito y sus alrededores.

         Como hijos de Dios fueron valientes, confiando siempre en las promesas de su Salvador, llevando el Evangelio a lugares muy apartados, pero solo los movía su amor al Rey de Reyes.

         “Cuan hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas.” Romanos 10:15b.

GRUPO DE HERMANOS DE LA IGLESIA  “JERUSALEN”

EN EL BARROSITO, N. L. 1981